El sol quema la piel y resquebraja el suelo de los valles mesotérmicos de Santa Cruz. El apacible murmullo del río San Isidro, que atraviesa los sembradíos de las comunidades de Comarapa, se ve interrumpido por los inconfundibles gorjeos, garridos y cotorreos de las pocas parabas frente roja que, en bandadas —antes numerosas—, surcan el cielo de su hábitat natural. Durante el día, estos ágiles e inteligentes animales ofrecen un espectáculo digno de observar: juegan, adornan las alturas con sus alas de colores y al final de la tarde vuelven a sus nidos. Una pareja de estas aves se adelanta y alerta a su grupo sobre la presencia de personas observando sus nidos o al menos eso muestran.

Ninguna se acerca. Cuando los visitantes se retiran, los padres ingresan a las grietas de las rocas donde los desesperados y hambrientos pichones, esperan su ración de comida. Estas delicadas y majestuosas aves, a las que el rojo de su frente y el color de sus plumas las hace únicas en el mundo, y que solo habitan en Bolivia, están siendo diezmadas por la mano del hombre que, al cazarlas, para meterlas en jaulas o para traficarlas, las han puesto en grave peligro de extinción.

El Libro rojo de los vertebrados de Bolivia (2009) precisa que hasta mediados de los ochenta existían por lo menos 5.000 individuos en la naturaleza. El año pasado; sin embargo, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) lanzó una cifra que encendió la alarma: reportaron hasta mediados de 2018 una disminución considerable en la población de esta especie que bordea hoy los 600 ejemplares. Lo que significa que desapareció casi un 90% de su población.

La afición por poseer mascotas silvestres, el comercio ilegal, la reducción y degradación de los bosques, el conflicto con los agricultores —porque estas aves se comen el maíz y el maní que se siembra en los valles— se han convertido en peligrosas amenazas para su supervivencia.

Si no se pone un alto a esta situación, el cálculo de los especialistas indica que, en pocas décadas, estas aves, que solo habitan en los valles de Cochabamba, Santa Cruz, Chuquisaca y Potosí, podrían desaparecer.

Las parabas se reúnen en grupos de hasta 50 individuos. Esta imagen fue tomada en un maizal de los valles cruceños

La triste historia de la ‘Pelona’

Le llaman ‘Pelona’. Es una paraba frente roja que nació en libertad, pero lleva toda una vida encerrada. El humano que la arrancó de la grieta en la roca, esa que sus padres eligieron como nido para protegerla de los depredadores, le arrebató para siempre la posibilidad de avistar desde allí los primeros rayos de sol,los verdes campos, el azul de los cielos. Se la llevaron cuando apenas le estaban saliendo sus primeras plumas rojas, verdes, amarillas y celestes. Era una bebé. Ahora vive detrás de unos barrotes pagando por un crimen que no cometió, condenada por ser una especie cotizada por la gente.

Nunca más será libre. El encierro al que la sometieron, el maltrato y la mala alimentación dejaron secuelas irrecuperables —físicas y psicológicas— que le impedirán volver a los árboles de soto que tanto le gustan a su especie. Solo sacude la cabeza nerviosamente y se arranca las plumas del cuerpo, como si las culpara por darle esa belleza que la condenó. Eso le valió el sobrenombre de ‘Pelona’. Y ella es una sobreviviente.

Tiene problemas sicológicos, según cuenta Coralia Soliz, encargada de cuarentena en el zoológico de Fauna Sudamericana de Santa Cruz. Ella la recibió hace cuatro años en el centro y asegura que los especialistas hicieron “de todo†para que esta ave se recupere y pueda tener una vida normal en sus instalaciones, pero no lo consiguieron

“La alimentamos bien, la desparasitamos, le cambiamos de ambientes e incluso la pusimos con otros pájaros, pero es agresiva y no deja de ‘picarse’ (desplumarse)â€, explica.

Así como ‘Pelona’ muchos pichones que nacen en libertad son arrancados de las entrañas de los farallones en los serpenteantes valles bolivianos para ser vendidos por internet, en los mercados o por encargo de los visitantes de estas zonas.

La Pelona, así es llamada esta paraba frente roja porque se saca sus plumas a consecuencia del estrés que le provoca el cautiverio

Amenazas

Los comunarios de Comarapa —localidad situada al oeste del departamento de Santa Cruz— dicen que la oferta es tentadora, aunque algunos ya “no caen ante ese ofrecimientoâ€. Hay foráneos que llegan a sus comunidades y les ofrecen hasta 100 dólares por los pichones de paraba frente roja. Esta cifra aumenta si las Ara rubrogenys, como son conocidas científicamente, son atrapadas adultas e intactas. Pero, si ya han aprendido a imitar palabras, los azuzadores de la caza indiscriminada e ilegal de esta especie ofre,cen un mayor monto de dinero.

Todavía hay comunarios que caen seducidos por esta oferta, alimentando así la tragedia de la paraba, la inminente desaparición del apreciado ‘loro burro’, como la llaman en Comarapa y en otros comunidades cruceñas.

Entre las historias que circulan entre la gente de Anamal —comunidad que pertenece al municipio de Comarapa—, una en particular es la que más llama la atención. Ocurrió hace más de 20 años, cuando llegaron personas de la ciudad a trabajar por esos lugares. “Ofrecieron harta plata para cazar al ‘loro burro’. Un vecino se animó y se llevó su escalera para llegar a la zona más alta donde están los nidos. Subió, pero parece que el viento estaba muy fuerte que se cayóâ€, recuerda Deterlino Tapia, habitante de la zona. Y apunta a los acantilados de más de 30 metros. Milagrosamente, el hombre no murió, pero quedó “dañado†y nunca más volvió a caminar.

Tomás Calahuma, guardaparque del Parque Nacional Toro Toro de Potosí, hace énfasis en que la venta de estos animales se vuelve en una oportunidad casi imposible de dejar pasar por las familias que viven de la agricultura. Ella viven azotadas por los efectos del cambio climático (sequías, riadas) y la carencia de accesos a los mercados cercanos, lo que encarece más la venta de su producción y los vuelve menos atractivos dentro de la oferta.

Pero lo cierto es que la venta de parabas tampoco soluciona su problema económico. En todo caso, es una salida a corto plazo. A la larga el tráfico de estas aves lo que hace es exterminar a una especie que preserva el equilibrio ecológico de la zona.

Para la investigadora y docente de la Universidad Mayor de San Simón, Jennifer Cahill, las parabas y los loros, desde el punto de vista ecológico, cumplen la función de dispersar semillas y regular las plagas a través de sus mecanismos de alimentación en la vida silvestre. “No existe ningún animal que ‘sirva o no sirva’, sino que son especies que forman parte de un ecosistema y son necesarias para lograr un equilibrio ecológico, a través de las interacciones en él [depredadores y presa de otras especies]â€, afirma la especialista.

En muchas ocasiones, el trágico final de estas aves es morir de hambre, de asfixia, de enfermedades o de tristeza en las cajas en las que son trasladadas desde los pueblos a las ciudades. Y en el mejor de los casos, terminan en una casa, con las alas cortadas, convirtiéndose en presa fácil de las otras mascotas con las que conviven.

La expansión de la frontera agrícola y el cambio climático enfrentan a estas aves con el ser humano y esto se ha convertido en una amenaza para su extinción. Según una investigación realizada por la Estación Biológica Doñana de España, que desarrolló un estudio en el 2014 en Bolivia, las aves —por lo general— van en busca de los cultivos de maní y maíz para contrarrestar el hambre que causa la falta de frutos silvestres, escasos por los largos periodos de sequía que azotan las zonas de los valles. Es en este desplazamiento que se genera un conflicto con el hombre.

Por su gran tamaño, 60 centímetros de longitud, esta paraba es muy visible y se le responsabiliza del daño causado a los cultivos, cuando en realidad otras especies, como los loros Psittacara mitratus, generan el mayor impacto, señalan los habitantes de los valles cruceños, que trabajan en la conservación de esta ave. En los sembradíos, estas vulnerables aves enfrentan varias batallas, pues son esperadas con trampas, flechas, hondas y escopetas. Algunos llegan incluso a usar aves muertas para espantarlas.

Actualmente, los comunarios más conscientes de la situación de la paraba se dan el trabajo de ‘lorear’, actividad que consiste en poner a una persona a dedicarse exclusivamente a ahuyentar a los hambrientos visitantes sin hacerles daño.

Pichones de paraba frente roja son trasladados en cajas para ser vendidos en los mercados de Santa Cruz

Cada vez menos

Los datos oficiales del Libro rojo de los vertebrados de Bolivia revelan que, desde finales de los 80 hasta mediados de los 90, esta especie disminuyó de 5.000 ejemplares a 2.000. Y, en 2014, la Estación Biológica de Doñana calculó que solo quedaban 807 individuos en vida silvestre. La UICN lanzó cifras aún más preocupantes en 2018, estimando que solo quedan unas 600 parabas frente roja.

Los documentos, que maneja la gobernación cruceña, dejan ver que el tráfico de esta especie no representa un gran volumen comparado al de otras parabas, pero que la extracción de pocas aves de esta disminuida especie, causa un terrible impacto. O sea, que si no se toman medidas inmediatas, este valioso ejemplar podría desaparecer en unas décadas de la naturaleza.

“Si las aves adultas son capturadas, las más jóvenes pueden perder la información sobre dónde encontrar comida o dónde están los mejores sitios para anidar y toda la memoria que se pasa de generación en generación. Esto sucede en las aves que se congregan, en ciertas épocas del año, grandes bandosâ€, sostiene Abraham Rojas, investigador cruceño.

La costumbre de criar aves como mascotas está muy arraigada en el área rural y urbana. Doñana reveló que en los valles bolivianos se encontraron cerca de 100 parabas frente roja en las casas. Esta cifra se obtuvo a raíz de un estudio de campo que abarcó la visita al 60% de las comunidades.

En las urbes se repite esta situación. Martha, una cruceña que vive en el centro de la ciudad, cría aves desde que era pequeña.

En la casa de sus padres siempre hubo loros y en la suya se repite esta costumbre. Ha tenido loros verdes, tucanes y parabas. Ella les encarga a sus amistades, que viajan constantemente al campo, que le traigan “pichoncitosâ€, por los que ha llegado a pagar desde 200 hasta 2.000 bolivianos, dependiendo del tamaño y especie.

“No sobreviven todos, son tercos y no quieren comer, especialmente estas parabas. Son muy orgullosasâ€, dice. A ella se le murieron dos. Para que no se escapen, Martha les corta las alas cada tres meses y, para ‘enseñarles’ a hablar, les da pan con vino. “Dicen que así se les suelta la lenguaâ€, agrega.

Esta mujer, como otras personas, les están causando un daño mortal. Esa dieta ocasiona daños renales y hepáticos a estas aves que, en libertad disfrutan de frutas, verduras y semillas. “Nos traen pájaros con enfermedades múltiples y desnutrición, porque las personas creen que hacen bien en darles lo mismo que se sirven en la mesaâ€, dice Pablo Ulloa, veterinario del Zoológico de Fauna Sudamericana de Santa Cruz.

La afición de la gente por tener mascotas silvestres es tan grande que, por año, la Gobernación de Santa Cruz rescata de 800 a 1.000 animales de los cuales por lo menos el 60% son aves. Según sus informes, desde 2013, decomisaron 123 parabas; cuatro eran frente roja.

Juan José Céliz, responsable de Rescate e Ilícitos de Fauna Silvestre de la Gobernación cruceña, se enfrenta a diario a la cara más oscura del tráfico de animales.

“Es muy difícil dar con los traficantes, peor con los que tienen esta especie como mascota. La gente nos llama para avisarnos dónde están vendiendo o nosotros ponemos ‘trampas’ en las redes sociales, es más un trabajo de inteligencia y, a veces, logramos encontrarlos. Después de decomisar los animales procedemos a iniciar acciones legales. También hay personas que voluntariamente hace la entrega y en ese caso anotamos las condiciones en las que este animal entra al centro de atención y derivación de la Gobernaciónâ€, explica.

Una vez que los animales llegan al centro entran a cuarentena, donde les hacen los estudios para verificar su estado y se les da tratamientos, en caso de que así lo requieran. Una vez que se recuperan, son trasladados a recintos en los que esperan hasta que les dan un hogar permanente en centros autorizados.

Otros también sufren

El Parabachi (Ara Severa) es una de las especies ‘golpeadas’ por el comercio de esta paraba.Esta ave es capturada por sus plumas y su frente café, similares a la frente roja y que pueden confundir a los inexpertos. Los encargados de la Gobernación recibieron una particular denuncia hace unos años: supuestamente un grupo de personas estaba vendiendo Ara Rubrogenys en un mercado, pero resultó que eran parabachis a los que habían sumergido en lavandina para que se decoloren. “Seguramente muchos murieron en el procesoâ€, indica.

Y, por si estas dificultades fueran poco, una posible nueva amenaza se suma a la lista contra esta golpeada población. Estas aves podrían estar alimentándose de cultivos tratados con químicos agresivos. Doñana encontró a la venta 102 pesticidas que los agricultores utilizan en sus cultivos, de los cuales 12 tenían etiqueta roja y eran peligrosos para la salud humana y para la fauna.

Con todas estas amenazas, ¿qué hacer? El director de Operaciones de la Fundación para la Investigación y la Conservación de loros en Bolivia, Jhony Salguero, hizo énfasis en la urgencia de unir fuerzas para sensibilizar a la población y que se entienda que el mejor lugar para las aves es su hábitat natural y no una jaula.

“El proyecto Paraba frente roja busca involucrar a las comunidades, alcaldías y otras instituciones para trabajar en conjunto y beneficiar a esta especie. Estamos ayudando a que las comunidades, en las que se asienta la paraba, se puedan consolidar como destinos turísticosâ€, detalla Salguero.

El secretario municipal administrativo de Comarapa, Jhonny Vocal Andrade, confirma el compromiso del municipio con las actividades de preservación y turismo. “Queremos incentivar a la población con el mejoramiento de los puentes y caminos, además de promover la visita de amantes de las aves y la naturaleza. Para lograr esas obras, necesitamos más recursos económicos, pero nos hicieron recortesâ€, detalló.

Agentes de la Policía y personeros de la Gobernación de Santa Cruz en un operativo de decomiso de animales silvestres

La línea legal

Existen las herramientas legales para sancionar a quienes atenten contra esta especie silvestre catalogada en Peligro Crítico en Bolivia y En Peligro por la UICN.

En la Ley 1333 de la Constitución Política del Estado, en sus artículos 112 y 383 , se restringe totalmente la extracción de recursos de biodiversidad.

Quien incumpla la norma, “sufrirá la pena de privación de libertad de hasta dos años, perdiendo las especies que serán devueltas a su hábitat natural, si fuese aconsejable, más la multa equivalente al cien por ciento del valor de estasâ€.

En el gobierno de Evo Morales se promulgó la Ley Marco de la Madre Tierra y el Desarrollo Integral para Vivir Bien, Ley 300, del 15 de octubre de 2012, la que obliga al Estado y a la ciudadanía a proteger y preservar a la fauna silvestre.

En el centro de atención y derivación de la Gobernación de Santa Cruz hay una paraba frente roja que fue decomisada de un restaurante de la ciudad. Según los documentos, las autoridades están siguiendo un proceso legal administrativo a los dueños del negocio desde hace unos cinco meses.

A pesar de la predisposición y los esfuerzos que realizan las instituciones públicas existe una falta de articulación con el ente central (Ministerio de Medioambiente y Agua), que es el encargado de derivar a su destino final a los animales que ya están recuperados.

“Lamentablemente la tenencia prolongada en el centro es contraproducente. Necesitamos que se aceleren los procesos para reubicar a estos especímenesâ€, dice Raúl Rojas, coordinador de Biodiversidad de la Secretaría de Medioambiente de la Gobernación cruceña.

El asesor legal del Viceministerio de Medioambiente, Rodrigo Herrera, confirma que existen varias “debilidades†en el sistema de custodia, pero hace énfasis en que se está buscando acelerar los procesos. “Este año se lanzó un programa plurinacional contra el tráfico ilegal de vida silvestre, con el que se fortalecerán los centros de custodia, con mayor personal y capacitaciones, además se revisarán las leyes para hacerlas más específicasâ€, expresó el funcionario público.

Al trabajo que se viene realizando en el país, se suma la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC). El jefe del programa global para combatir delitos contra la vida silvestre y los bosques, Jorge Ríos, visitó Bolivia para realizar un diagnóstico del tema de justicia penal. “Este análisis del estado de los procesos legales permitirá que el gobierno central, con cooperación internacional, asigne recursos financieros y humanos, para ser más efectivos en la reducción del tráfico de flora y fauna que está incrementando en el paísâ€, expresó.

Pese a todo ese arsenal normativo las cosas no han mejorado mucho, ya que varias especies nativas bolivianas son traficadas y están en serio peligro, como la paraba barba azul, la pava copete de piedra, el gato andino y el cóndor de los Andes, según una investigación del Libro rojo de los vertebrados de Bolivia.

¿Qué causa este ‘desapego’ con el medioambiente? Una investigación de National Geographic publica que más de la mitad de la población mundial vive en las ciudades. Hay más dispositivos móviles que personas en el planeta y los niños gastan una buena parte del día mirando una pantalla. Ese es el ‘mal del siglo’, así lo llaman los estudiosos del tema. Y lo repiten una y otra vez.

“Esta desconexión de la naturaleza está teniendo un impacto sin precedentes en las especies y ecosistemas porque nadie reacciona ante la desaparición de estos animales y ecosistemas. Las poblaciones de vertebrados han disminuido en más del 50% desde 1970 y, actualmente, alrededor del 20% de las especies están en peligro de desaparecerâ€, se lee en el texto de la revista.

Lo cierto es que el reloj avanza y cada día se extinguen 150 especies de animales en el mundo, como informa la Organización de las Naciones Unidas. Quedan menos especímenes en el planeta y el destino de la paraba frente roja ingresa a este mismo camino peligroso.

Las cifras son alarmantes para un ave que necesita ser recuperada y preservada. Una esperanza para su salvación es que se tomen medidas inmediatas. De lo contrario, esta ave psitaciforme tendrá un lamentable final.

Pobladores de Cochabamba durante una reunión de planeación para preservar áreas protegidas donde habita la paraba frente roja

Los guardianes de la paraba

Un nuevo proyecto se implementa en las comunidades de Comarapa y Saipina. Buscan proteger a las aves e involucrar a más personas e instituciones en su protección

El Proyecto Paraba Frente Roja, creado a través de una alianza entre la Fundación para la Investigación y la Conservación de los loros en Bolivia y los gobiernos municipales de la zona de los valles cruceños, comenzó su trabajo para preservar a la paraba boliviana. En la primera fase, el proyecto concentró sus esfuerzos en Comarapa y Saipina. Con el fin de realizar un diagnóstico de la situación de la Ara rubrogenys en esa zona y determinar acciones de conservación efectivas, un equipo de la fundación y diversas instituciones locales realizaron tres expediciones a áreas de alimentación y reproducción conocidas de la especie.

Como resultado del estudio se detectaron 301 individuos y se identificaron a 11 pichones fuera de los nidos, volando con los padres. Gracias a la información obtenida por los científicos, se seleccionaron las actividades que serían implementadas para comenzar a revertir las problemáticas que están afectando de manera directa a esta especie.

Las comunidades de Anamal y Las Juntas, de la mano de su gobierno municipal, firmaron un acta de compromiso para no incrementar el número de mascotas silvestres, reforestar las riberas de los ríos y no talar los árboles que sean útiles para la paraba frente roja, además de proteger activamente los sitios de nidificación y desarrollar la actividad turística. Estos son denominados los ‘Guardianes de colonias’.

A cambio de su colaboración, recibirán incentivos económicos para invertir en mejoramiento de sus acequias (canales por donde se conduce el agua para regar) y para tener mobiliario para atender a los turistas.

Como un ejército de salvación, este grupo dio el primer gran paso para lograr un cambio. Ahora, esperan que más instituciones y autoridades se sumen a la lucha por la conservación de la paraba frente roja.

Hace aproximadamente una década, en los valles bolivianos, instituciones, fundaciones y comunarios pusieron manos a la obra para lograr la preservación de la paraba frente roja. Hay pocos recursos y se avanza lento, pero hay cambios palpables, como la creación de áreas protegidas y la concienciación de la gente de las comunidades.

Comarapa

El gobierno municipal se unió activamente a las actividades que se vienen realizando para concienciar a la población sobre la importancia de estas aves. “Hemos tenido un acercamiento a la gente, de la mano de la Fundación Conservación Loros Bolivia. Firmamos un convenio con los comunarios de la zona orientado a tres ejes principales: la conservación, la explotación del turismo y el buen manejo de los recursos naturalesâ€, compartió el secretario municipal administrativo de Comarapa, Jhonny Vocal.

Tomás Calahuma, guardaparque del Parque Nacional Toro Toro de Potosí, impulsa tareas de preservación de la paraba frente Roja

Aiquile y Pasorapa

En 2010, después de tres años de trabajo con las comunidades de Aiquile y Pasorapa, el Centro de Biodiversidad y Genética de la Universidad Mayor de San Simón, acompañó y apoyó la decisión de ambos municipios para la creación de dos áreas protegidas para la conservación de la paraba y de los valles secos interandinos.

La primera, es el Ãrea Natural de Manejo Integrado municipal de Lagarpampa – Mollepampa y, la segunda, es el Ãrea Natural de Manejo Integrado de Pasorapa. Allí, la paraba frente roja fue declarada patrimonio del municipio, colocando una estatua en honor, en su plaza principal.

Toro Toro

El área protegida abarca más de 21.000 hectáreas. Para aportar con el trabajo de conservación de la frente roja, realizan censos continuos. En el último, que fue en febrero de este año, se registraron 119 individuos. También construyeron un mirador para avistar estas aves. “Con las comunidades que están al interior del área protegida se trabaja el tema de sensibilización y educación ambiental, aunque no contamos con suficiente personalâ€, comparte Tomás Calahuma, guardaparque.

El Palmar

El área protegida está ubicada en Chuquisaca y cuenta con guías especializados para las largas caminatas que se dan por los secos senderos. En ellas, el personal del parque educa sobre los animales que viven en la zona y la importancia de su conservación. Entre las especies que habitan ese ecosistema está la paraba frente roja y el puma.

La 'Pelona' fue recuperada en un operativo y hace cuatro años vive en el zoológico de Santa Cruz. No lograron rehabilitarla, todos los días se arranca las plumas

La reinserción ¿es posible?

Son necesarios protocolos y procedimientos científicos para liberar a las especies que podrían tener una segunda oportunidad en la vida silvestre. En Bolivia aún no existen proyetos destinados a la paraba frente roja

Una vez que las parabas rescatadas o decomisadas llegan al centro de atención y derivación de la Gobernación de Santa Cruz, pasan por un proceso de recuperación. Ingresan en el área de cuarentena, donde son alimentadas, medicadas y estudiadas para descartar enfermedades. Posteriormente se las traslada a áreas comunes.

Según los especialistas del centro, más del 90 % de los animales que llegan no pueden ser devueltos a libertad y son trasladadas a otro recinto definitivo, como el zoológico, Play Land Park, Biocentro Güembé y otros.

“Liberarlos es un proceso complicado y requiere una técnica científica. Recién en Bolivia se están elaborando protocolos para implementarlos con el cóndor de los Andes. Con la paraba frente roja aún no hayâ€, explicó Rodrigo Herrera, asesor del viceministerio de Medioambiente. Ese 10%, que podría tener una segunda oportunidad en vida silvestre, aún no lo logrará.

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