VÍCTIMAS INVISIBLES
trata y tráfico de personas en Bolivia
Lidia Ramos: “Algún día encontraré la justicia”
“El 10 de julio de 2014, mi hija Juliva vino a mi cuarto a despedirse antes de ir a la Universidad, donde estudiaba Psicología. Eran las 7:30. Nunca más la volví a ver". Tres años y cinco meses después, Lidia Ramos repasa todo lo que pasó desde ese día, cuando su hija desapareció: la buscó toda la noche, fue a la policía, que nunca registró la denuncia como trata; y rastrearon las llamadas del celular de Juliva.
La tarde que Juliva había desaparecido, de su número de teléfono se realizaron llamadas a cuatro lenocinios, ubicados en la ciudad de La Paz. Entonces Lidia y su esposo, a quien prefiere resguardar el nombre, recorrieron todos: uno en la calle Cuba, en la zona de Miraflores; otro en la Cancha Zapata; el tercero en la Capitán Ravelo y el cuarto, en Sopocachi. Pero Juliva no apareció. Luego, como tanto otros, terminó encontrando apoyo y consuelo la Asociación de Apoyo a Familiares Víctimas de Trata y Tráfico.
En una visita a Santa Cruz, cuando se trasladó de La Paz para participar de una marcha contra la trata y tráfico de personas, visitó un canal de televisión. “Apenas había terminado la entrevista, sonó mi celular. Me dijeron: ‘Si sigues buscando a tu hija te vas a morir vieja %6&$’”. Desde entonces, empezó a andar con cuidado. El miedo se intensificó con la muerte de su hermana Martha, que le ayuda a visibilizar su caso y cuyo cuerpo apareció en un lote baldío en octubre de 2014.
“Después de mi hija, también desaparecieron una señoritas que trabajaba en la Alcaldía alteña, María Eugenia Roque Huancani y luego, Gladys Pomacusi Zeballos, el 17 de enero de 2015. Después de ella otra, Edith Nelly Paxi. Como mamás hemos investigado y hemos encontrado conexión. He ido a la Policía a decirles que hay una red, pero hasta el día de hoy no hacen esa triangulación de las llamadas”, cuenta en su casa, en Huayna Potosí de El Alto.
En esta búsqueda se reunió, en 2016, con la exministra de Justicia, Virginia Velasco. Logró que le asignen un abogado dependiente de esa cartera de Gobierno. Uno de los principales problemas que se ha encontrado, dice, es el cambio continuo de investigadores en la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (Felcc) de El Alto, desde julio de 2014 hasta la fecha han pasado 13 por su caso.
“Yo sé que algún día va llegar mi hija. Si hoy no encuentro la justicia, algún día encontraré la justicia de mi Creador, es en el único que tengo fe”, dice Lidia que en su lucha ayuda a otros padres que están en su misma situación.
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ESTA INVESTIGACIÓN SE REALIZÓ EN EL MARCO DE LA INICIATIVA PARA EL PERIODISMO DE INVESTIGACIÓN EN LAS AMÉRICAS, DEL INTERNATIONAL CENTER FOR JOURNALISTS (ICFJ), EN ALIANZA CON CONNECTAS Y LA FUNDACIÓN PARA EL PERIODISMO (FPP) |